El destino de las ciudades Latinoamericanas
En los últimos diez años, las ciudades se han transformado a una mayor velocidad que probablemente en cualquier otro momento de la historia. Arquitectos, urbanistas y sociólogos afirman que aquel desarrollo continuará acelerándose en la próxima década. Pero ¿cómo afectará la ciudad del futuro a los derechos de sus habitantes? La planificadora urbana Graciela Mariani explora las principales tendencias.
No es fácil hacer urbanismo en nuestros países, siempre hubo intereses económicos y políticos que prevalecieron a la implementación de nuestros planes y proyectos y hasta sobre la legislación urbanística existente. Pero en los últimos años, luego de la crisis económica mundial, esta tendencia ha tenido un aumento exponencial.
La estrecha relación existente entre los procesos de urbanización y la crisis económica, nos ha llevado a los grandes negociados inmobiliarios, que destruyen nuestras ciudades, transformándolas en emporios de un mercado especulativo del suelo urbano.. Este suelo pasa entonces, de ser un bien social, a transformarse exclusivamente en un bien de mercado.
Cuando los intereses económicos son preponderantes sobre los otros, seguramente los más relegados serán las necesidades sociales.
La ciudad deja de ser "habitable ", se pierde "calidad de vida ", los transportes públicos no dan a basto aun aumentando su cantidad y frecuencia, los desplazamientos para trabajar, estudiar o divertirse se transforman en horas interminables; y hasta hay muchos que ni siquiera les alcanza el tiempo o el dinero para realizarlos y se tiran a dormir en cualquier umbral en el centro de la ciudad.
Se genera así una ciudad exclusiva, en partes compacta y al mismo tiempo fragmentada, que expulsa esa fracción de la población que no le es útil a sus propósitos.
La ciudad del tercer milenio
En la ciudad del tercer milenio en Latinoamérica nos encontramos con tres tipologías de desarrollos habitacionales, claramente definidas, que se asientan sobre el territorio ejerciendo un claro dominio de su espacio. El resto, los intersticios, son tierra de nadie.
1. Los conjuntos habitacionales de lujo con servicios centrales y equipamiento recreativo y deportivo incluidos. Ubicados en lugares centrales y privilegiados de la ciudad y cerrados al público general. Estos, van invadiendo y usurpando las localizaciones preferenciales, los espacios verdes y públicos, generando una exclusión y segregación social de los sectores más vulnerables económicamente.
2. Los barrios cerrados , que también ofrecen servicios similares, pero en forma de barrios, con grandes espacios verdes y jardines. Salones comunitarios, piscinas, restaurantes, servicios de transporte y hasta lagos privados. Están destinados a las clases alta y media alta. Ubicados en la periferia y dotados de seguridad privada. Asentados sobre extensas áreas rurales de bajo valor productivo, ya sea porque se han saturado, o son zonas bajas con vastos humedales, que reacondicionan para el uso urbano..
3. Los desarrollos de vivienda social , ya sea en forma de vivienda colectiva o individual, con poca intervención del estado y en manos de desarrolladores privados, se generan con lotes y espacios mínimos, de mala calidad constructiva y altos costos de mantenimiento; con escaso equipamiento y servicios, alejados de las áreas centrales, con serias dificultades de transporte y sin ninguna seguridad. Los créditos para las mismas, aun siendo con cutas muy bajas, exigen una serie de requisitos para otorgarse, incluidos, trabajo en blanco, ingresos seguros y un mínimo estipulado de los mismos. Por este motivo estos planes dejan fuera una ancha franja poblacional.
El resto de la ciudad va desdibujándose ante la invasión de estas enormes barreras urbanas y quedando solo fracciones aisladas, y aun teniendo legislaciones que protegen el patrimonio edificado, este tiende a desaparecer en manos de los especuladores inmobiliarios. Los barrios de la ciudad van perdiendo identidad, calidad de vida, sus espacios de cohesión social y también calidad en sus tipologías edilicias, que no entran en ninguna de las categorías antes mencionadas.
Edificios patrimoniales, con deterioro provocado y preparados para ser demolidos y construir en su lugar “torres ”, de baja calidad constructiva y con un diseño interno de las viviendas que busca mas aprovechar al máximo la capacidad espacial, en desmedro del diseño funcional y confortable.
Así se van generando procesos, que los expertos denominan “gentrificacion ” que no es más que un denominador de moda que encubre a la especulación inmobiliaria, la “urbanización salvaje”.
La “urbanización salvaje”
La “gentrificacion” , es el proceso mediante el cual zonas degradadas se ponen de “moda ” y pasan a reubicarse allí estratos de mayores ingresos. Las zonas con localizaciones privilegiadas son las agraciadas con los complejos de lujo para las clases más privilegiadas o para el turismo, al mismo tiempo van expulsando la población originaria, que al haberse valorizado su propiedad, puede venderla a mejores precios que antes y acceder a una propiedad de las mismas o mejores características generales, en alguna zona mas deprimida y/o alejada y así sucesivamente le va sucediendo a los otros pobladores.
Este proceso de usurpación privilegiada que desplaza a unos y a otros, va creando un circulo vicioso en donde el que menos tiene se queda sin otra alternativa que la de emigrar a algún otro lugar, en donde tenga supuestas posibilidades de empleo, o terminar seguramente, en un asentamiento precario.
Cuando todas estas nuevas construcciones se implantan sobre una estructura urbana preexistente, comienza una competencia irracional entre los servicios de la vieja ciudad y los requerimientos altamente sofisticados de la nueva. El espacio físico se acaba, las soluciones son cada vez más costosas y la ciudad se convierte en una masa antieconómica de metal y cemento.
Ese es el momento en que nos movilizamos, socialmente, diciendo: algo hay que hacer con lo ya construido y con las grandes densidades existentes, para las que nuestras estructuras urbanas no estaban preparadas.
Estos procesos de gentrificacion provocada por el capital especulativo, genera el “circulo vicioso de la urbanización salvaje” que expulsa población hacia la periferia degradada.
Se ha hablado mucho sobre este proceso deshumanizador del crecimiento especulativo urbano, en donde las edificaciones no están orientadas para el uso los futuros habitantes sino tan solo a la venta o alquiler por entidades intermediarias que buscan únicamente el provecho económico.
A ese capital especulativo no le interesan ni los habitantes, ni la salud, ni la ecología ni las más mínimas de las necesidades humanas y cuanto más corruptas sean sus estructuras sociales, más rápidamente se desarrolla arrasando con la vida ciudadana.
Ante esta realidad implacable, nos preguntamos, si el urbanismo aun existe como lo concebíamos y si puede dar soluciones a los procesos existentes, no solo de desarrollos planificados, sino de los procesos de usurpación del suelo en asentamientos precarios mediante políticas de urbanización.
Ciudades del futuro y “exiliados urbanos”
En estas condiciones el futuro es verdaderamente desalentador.
El no-ciudadano no tiene derechos genuinos en la nueva ciudad, transformándose así en un “exiliado urbano”, un desplazado social. Este nuevo exiliado, no tiene vivienda, no posee bienes, no accede a un trabajo y debe mendigar para vivir, juntar basura para reciclar y de paso también come de ella. Ustedes no saben cuanta gente hay en Buenos Aires que come de la basura, enormes montañas de bolsas negras, abiertas a medias, revueltas por los cartoneros y por los que buscan comida.
Venimos asistiendo, sobre todo en el último decenio, a las luchas de los movimientos sociales urbanos, por la tenencia de la tierra, el derecho legitimo a la vivienda, al agua y al saneamiento, a la regularización de la tenencia precaria del suelo, etc... Estas luchas son reivindicadas, desde hace largo tiempo, por nuestras organizaciones sociales, sus reiteradas demandas les han permitido influir en desarrollos legislativos y en el planteamiento de políticas públicas en materia de vivienda, derechos contra los desalojos, gestión urbana y ordenamiento territorial.
Estas nuevas políticas públicas, comunitaria y participativamente generadas, han hecho que nuestros gobiernos latinoamericanos, estén tomando serias medidas al respecto, ya sea, a través del dictado de legislaciones urbanas y ambiéntales actualizadas, intervenciones directas en el territorio, y/o de controles específicos, con la ayuda de medidas innovadoras en materia de financiamiento del suelo urbano, vamos buscando darle forma de ciudad para todos, a lo descontroladamente construido y al déficit habitacional.
Aunque los datos de crecimiento poblacional y de futuras migraciones son alarmantes ya que se estima que la mayoría de esos nuevos habitantes urbanos serán probablemente pobres, dando así, como resultado, un fenómeno llamado por la Agenda Hábitat la “Urbanización de la Pobreza ” , es decir: asentamientos precarios.
Estos asentamientos estarán caracterizados por problemas para acceder al transporte público y estatus residencial inseguro, tenencia precaria. Acceso inadecuado al agua potable, al saneamiento básico y a otra infraestructura y viviendas de baja calidad estructural y hacinamiento.
Y aun hay familias que, como dijimos, son “exiliados urbanos ” que ni siquiera pueden acceder a esos asentamiento irregulares, ya que también esas áreas irregularmente ocupadas, son manejadas por grupos de individuos que producen “mercados informales ” de la tierra o las edificaciones ocupadas, cobrando también una renta para acceder a las mismas, a cambio de “protección” y una futura continuidad en el asentamiento.
¿Qué podemos hacer nosotros?
Lo dice muy claramente el urbanista Jordi Borja, en su conferencia de cierre al “Seminario Internacional . Ciudades del 2010 : Entre la sociedad del conocimiento y la desigualdad social” efectuado en México DF en noviembre pasado.
Borja recomienda y aclara que existe una relación directa entre ciudad y ciudadanía, es decir la ciudad ofrece condiciones necesarias para ejercer la ciudadanía. Estas son: la ordenación física; la seguridad; el acceso a los bienes y servicios básicos; la redistribución social; la integración político- cultural, en que los ciudadanos tiene que expresarse no solamente como voto, sino para exigir políticas públicas; donde todos los miembros tengan los mismos derechos y el espacio público sea, a la vez, un lugar de convivencia pero también un lugar de reivindicación y de reconocimiento.
Hay que ir armando políticas de vivienda a través de la municipalización, y salir de la planificación abstracta, es decir, las políticas urbanas tienen que formar parte de un programa político.
Será, entonces, ese programa político es el que determinará las acciones tomar, el que deberá evaluar si se necesita de un proyecto diseñado, de un plan jurídico, una concertación entre instituciones en lo público y lo privado, etcétera, pero no deberá partir de un planeamiento ni de un proyecto arquitectónico, debe que partir de un programa político de lo que se quiere para la ciudad.
Graciela Mariani
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Commentaires
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Que es un Exiliado Urbano
vendredi 17 décembre 2010 01:23:16
Graciela Mariani