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Campagne Zéro Expulsion

W Nairobi W! Informe del Sunday Nation

Una cuestión de voluntad política: una opción de justicia y prometedora para resolver la situación de los asentamientos urbanos
por Oluoch Japheth y padre Daniel Moschetti

El periódico Sunday Nation publicó un informe y un artículo editorial (22-10-06) sobre los asentamientos de Kiambiu que confirman los temores de algunos de nosotros, comprometidos con los derechos humanos de los habitantes de los asentamientos de Nairobi (2,5 millones de personas sobre un total de 4 millones de habitantes). A lo largo de los últimos veinte años, Nairobi ha sufrido una completa metamorfosis: ha dejado de ser “la ciudad del sol” para convertirse en “la ciudad de los asentamientos”. Los asentamientos han invadido todos los espacios disponibles de la ciudad. Se pueden encontrar en todas las zonas residenciales de Nairobi, incluso las más suntuosas, si bien el área más afectada es la zona este de la ciudad.
Muchos son los factores responsables de este lamentable estado de cosas. Entre los más importantes se cuentan la migración rural hacia las zonas urbanas, la deficiente y descuidada gestión urbana, el individualismo y la corrupción institucionalizada. En la cultura de Kenia, es habitual que los jóvenes se trasladen a Nairobi, como primera opción, o a cualquier otra ciudad menos importante, una vez finalizados sus estudios primarios o secundarios. Debido a las elevadas tasas de desempleo urbano, la mayoría de ellos termina viviendo en los asentamientos. En muchos casos, trabajan en hogares de clase media y alta como cocineros, jardineros o guardianes, o están disponibles como mano de obra informal (jornaleros o kibuara en lengua Swahili). Movidos por el afán especulativo de ahorrar en el coste del transporte, los constructores levantan los asentamientos cerca de los barrios acomodados y allí se instalan los trabajadores de clase baja que no tienen la posibilidad de pernoctar en los cuartos de servicio proporcionados para los empleadores. De este modo, se han instalado más de 200 asentamientos en “la ciudad del sol”.
Sin embargo, la principal causa de la proliferación de los asentamientos es la deficiente gestión urbana y la corrupción institucionalizada. Ni el Gobierno central ni el ayuntamiento de la ciudad de Nairobi han desarrollado un plan de viviendas accesibles para sus habitantes de escasos ingresos. Todos los esfuerzos y las buenas intenciones fueron neutralizados por la corrupción y los trucos políticos. Los individuos que tienen buenas conexiones con los políticos y la administración provincial se han quedado con las tierras y los planes de viviendas. Además, los costes de las viviendas populares se han incrementado tanto que han dejado afuera a los beneficiarios genuinos. Un caso paradigmático es el del barrio California, en el área de Majengo.
La avaricia y el individualismo de pequeños grupos han frustrado todos los esfuerzos para mejorar la calidad de vida de estos pobladores. El Gobierno nunca llega a poner en marcha los planes de mejoras debido a intereses políticos e individualistas. El tan publicitado operativo para los asentamientos de Kibera-Soweto no ha llegado demasiado lejos y, probablemente, los legítimos destinatarios de Kibera no estarán en condiciones de afrontar los alquileres de las nuevas viviendas, lo que implica que serán ocupadas por gente de afuera. En el asentamiento de Korogocho, un malentendido interminable entre los inquilinos y los propietarios, sumado a los intereses privados de estos últimos, han echado por tierra con las esperanzas de concretar las mejoras. Hace algunos años, una organización no gubernamental local intentó hacer un recuento de los residentes de Korogocho con vistas implementar un operativo de remodelación, pero fracasó debido a la oposición de los propietarios y a que aquéllos que sí cooperaron trajeron a familiares y funcionarios de las afueras de Korogocho y los anotaron como propietarios o residentes. La policía administrativa y los encargados del operativo también se inscribieron como residentes. Desde entonces, nadie volvió a hablar del tema.
El problema de los asentamientos de Nairobi es una bomba de tiempo que puede explotar en cualquier momento. Si no se prevé un plan de relocalización adecuado, cualquier plan de desalojar precipitadamente a los habitantes de las edificaciones actuales tendrá un efecto inverso al deseado.
A fines de agosto de este año, 600 familias (casi 3000 personas) quedaron sin techo en pocas horas después de la destrucción del asentamiento de Komora, en el barrio de Donholm, supuestamente ordenada por un constructor privado con el consentimiento oficial y sin haber previsto ningún plan de relocalización de la población afectada. ¡Y ésta no es la primera ni la última demolición en Nairobi!
Los residentes de los asentamientos informales de Nairobi constituyen el 60% (2,5 millones) de la población total de la ciudad y, pese a ello, ocupan sólo el 5% del área urbana. ¡Los animales del Parque Nacional de Nairobi viven mucho mejor que ellos!
El gobierno y los constructores privados deben comprender que no se puede resolver el problema de los asentamientos en un abrir y cerrar de ojos. ¿Por qué nos quedamos sentados observando el crecimiento del asentamiento de Kiambiu durante veinte años sin advertir que es una amenaza a la seguridad, que no podemos atribuir a sus millones de habitantes, por cuanto ellos son parte integral de la misma sociedad? ¿Dónde estaban los auto-proclamados “progenitores de la ciudad” cuando los asentimientos crecían a una velocidad alarmante sin que se tomaran medidas para corregir la situación? Debemos recordar también que los más de 200 asentamientos de esta ciudad generan anualmente millones de chelines kenianos en concepto de alquiler, que van a parar directamente a los bolsillos de unos pocos kenianos ricos.
El gobierno, en cumplimiento de sus promesas preelectorales, debe implementar su modesto plan de viviendas anual (de 150.000 unidades) que, de todos modos, no alcanza a cubrir el elevado déficit habitacional. Nairobi se encuentra entre las ciudades de más rápido crecimiento del mundo y, a menos que el Gobierno encare los problemas de vivienda urbana con seriedad, se convertirá en una ciudad imposible de habitar. Si no se hace justicia, volverá a repetirse la vergüenza de “Mathare 4A”. Los pobladores de los asentamientos no están dispuestos a que se les trate como okupas en su propio país.
El Estado debe detener todos los procesos que violan las obligaciones legales e internacionales referidas al derecho a una vivienda adecuada. El Estado debe:
1. implementar una moratoria inmediata para todos los desalojos y demoliciones.
2. interrumpir inmediatamente todas las adjudicaciones de tierras públicas hasta que se implante una política y un marco legal apropiados.
3. reconocer la existencia oficial y los derechos sobre las tierras de aquéllos que actualmente habitan los asentamientos.
Si el Gobierno asegura la tenencia de la tierra, los residentes se harán cargo de crear nuevas vías de inversión y de mejoramiento de las viviendas. Por último, el Estado debe esforzarse para crear e implementar políticas y planes innovadores que ayuden a los habitantes de los asentamientos a salir de la pobreza. Las comunidades afectadas deben trabajar junto con el gobierno local en la planificación de la ciudad, a los efectos de identificar, estudiar, planear y desarrollar esas áreas desde una nueva perspectiva que las convierta en asequibles y habitables, proporcionándoles servicios y otras comodidades que redunden en beneficio de toda la comunidad.
Debemos luchar incansablemente para impedir que Kenia sufra una "operación de limpieza” como la ocurrida en Zimbabwe.
Padre Daniel Moschetti , cura párroco de St. John Catholic Church. El Padre Moschetti vive en la comunidad religiosa de los Misioneros Combonianos, junto a los habitantes del asentamiento de Korogocho.
Japheth Oluoch es un líder juvenil, miembro de la Comisión de Paz y Justicia de Korogocho.

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